Abusando de este instante de silencio

Aprovecho para  pronunciaros

Mira

Fíjate qué importante

es escuchar el largo lamento ajeno

el espacio estirado, pero medible

de las separaciones

Ve

Qué corta es la mirada del que dice ver

Que curtida la piel del que declara sentir

Qué torpe la oriunda caligrafía del que escribe

Toma un pedazo de tela medianamente grande

Capaz de cubrir y oscurecer nuestras dos sombras

Ponlo a comer pan ácimo en tu mano generosa

Prométele lo que sea con tal que lo desee

Serás

Pescadora de hombres

y de causas

Viene a este lecho faquir de clavos afilados

Mi idolatrada espalda adolescente adolorida

por las porras eléctricas de los antidisturbios

Hay en los caminos de sangre un curso recto

Una herida necesaria para extraer el líquido sobrante

La hemorragia del pueblo deshilachado por las calles

El sistema  diástole de arteria y capilar y vaso y vena

La condensación de celda infame entre cuatro

Estrechísimas

Paredes

Techo bajo

Sitio de dormir y mear y malcomer por defender

la idea impúber de un mejor yo qué sé

Un mejor lo que sea

Un mejor tal vez

Cualquier mierda será mejor que esto

Las requeteputas varices del mundo que nos toca

nos hiere

y nos hace sentir tan dolorosamente vivos

que ansiamos no estarlo

Si la sangre brillase por las calles como entonces

Escribiendo nuevas páginas gloriosas

Conquistando con heroísmo  libertades

Edificando estatuas

Trazando jardines

Pero mira, Marta; mira, Joaquín; miren, muchachos

La sangre coagulada ni rueda ni fluye

Se apesta de moscas y de larvas

Mueren los muertos anónimos sin incienso

Y su sangre de héroes es un cuajo repugnante

A Beatriz le pegó un balazo de la policía

Y en vez de quejarse

Lo meció y le cantó canción de cuna

Hasta que del bulto doloroso de su brazo

creció un mundito nuevo, pequeño, diminuto

Yo vi todo, fui testigo

(Uno de esos monosabios que se tapan las orejas

los ojos, la boca y la conciencia

y que se venden en las tiendas de los chinos)

De cómo le patearon la cara y la subieron a la camioneta

Y de cómo Beatriz, que ya no podía balbucear, cantaba

canción de cuna a lo que le nacía

Desde lo más dentro

del adentro