Nunca imaginé que moriría antes de tiempo
Mucho menos de esta forma majadera
Atragantado con la semilla minúscula de un lichi.

Yo, que había logrado construir una apariencia
creíble como una religión en un templo
Yo, que iba al gimnasio a modelar abdominales
Y hacía la dieta de la Luna y me atormentaba
con la posibilidad de una remota impotencia
estoy tendido en el suelo de un restaurante oriental carísimo
con los ojos en blanco y rodeado de mi atolondrada familia
que no supo qué hacer y reaccionó paralizándose.
Idiotas con palillos y salsa de soja, agridulce y picante.

Lo último que vi en esta vida fue un farol de papel rojo
Y un calendario de bambú del año nuevo chino. Y claro,
Los ojos de plato rasgado de la camarera Huan Nan Chi Muehn
A quien de siempre le decimos Juana (Huan Nan ¿si?)
Haciéndose dragones porque no sabría hacerse cruces
Y exclamando algo así como “Hay Confucio, no permitas
que se nos vaya a palmar éste aquí y nos espante la clientela”
que en mandarín se representa con un solo ideograma

Vaya hombre por Dios, ahora que ya había decidido
tomarme la mugre esa para el colesterol y la aspirina-protect
(buenísima para la circulación y las articulaciones)
Ahora que de hoy no pasa que contrato el seguro
Ahora que me estaba tomando la vida con más ciencia
Y estaba en un tris de convertirme a algo positivo
Y hasta había hecho el firme propósito
de ir al Club de Optimismo y ordenar mi escritorio

Pues no

Atrás quedaron mis sueños de firmar libros en FNAC
De estudiar neurología y de participar
-aunque fuera de oyente- en una orgía
Atrás os dejo mis temores y la debilidad permanente
que amenazaba consumirme y que hubiera terminado por acabarme

Lamento haberos amargado el chow mein y el arroz tres delicias
Lamento haber arreglado el terrorismo con declaraciones contundentes
Lamento haber hablado mal de la prima Rosa no estando presente
Lamento haber llegado tarde y renegando del trabajo
y no dejaros disfrutar a plenitud vuestro rollito y costilla

No sólo no pasó ante mí la película de mi vida:
Mientras me ahogaba, miraba de manera obsesiva
Esa espantosa foto retroiluminada de una cascada
que parece –malamente- estar fluyendo
Sobre el horroroso acuario de peces caníbales
Junto a la barra con el Buda obeso que sonríe a las propinas

Para colmo
Como banda sonora de mi misa de muertos
Se escuchaba “Yesterday” desentonada
por una meliflua voz cantonesa y femenina

Es entonces cuando logré comprender perfectamente
El sinsentido de mi vida que es un río
Que va a dar al acuario
Que es el morir
retroiluminado