Tiene Don Luis un problema intelectual con la tensión superficial del agua y la horizontalidad del Universo. Probablemente teme que este mundo plano se incline y pueda caer por completo por la gigantesca cascada en que concluye el mundo, y que los animales marinos devoren a los humanos y sus naves. Su mundo es horizontal, estable y rectilíneo, sin matices. Su mundo es el Derecho sin revés y de derechas. Y su palabra es la Ley. No tiene trono ni reina ni nadie que le comprenda. Por eso la paga conmigo.

Sabe Don Luis, además de las leyes del hombre, todas las de la física, como el rotar del planeta sobre su eje, y que las vueltas al café se dan de dentro hacia afuera, en sentido de las agujas del reloj, que es lo que le da sentido a taza, educación y cucharilla.

Tengo terminantemente prohibido manchar el mantel, así que cuando derramo una vez más el vaso de agua sobre la tela sé que los krakens me adherirán con sus tentáculos y ventosas y me sumergirán en gritos y vergüenza. Muero de miedo. No sé qué me pasa. Prefiero morir de sed, porque cuando intente tomar el vaso, indefectiblemente, se me caerá de la mano. Todos los hermanos lloramos a la hora de comer. El pequeño, el más callado, siempre se vomita.