Había sido un compañero noble, que pedía poco a cambio. Pasábamos juntos las vacaciones y casi todos los fines de semana. Con él soñábamos escapar del pueblo y arribar a una ciudad grande, llena de gente, de luces y bullicio. Fue en él donde hicimos atrabancadamente el amor tantas veces y luego nos ahogábamos con el humo de todo lo fumable. Donde coreábamos con nuestro pésimo inglés las canciones de U2 y de Nirvana. Ya era la cuarta vez que no pasaba la ITV. Creo que a Joan se le escapó una lagrimilla cuando se lo llevaban los del desguace.