Aún no me repongo de la profunda impresión que me ha causado Beasts of No Nation, (2015) del director y guionista Cary Joji Fukunaga sobre la novela de Uzodinma Iweala.

Y es que una cosa es ser consciente de la tragedia de los niños de la guerra en muchos rincones del mundo y otra es contemplarla, casi en directo, a través de la crudeza más real y menos disimulada que haya visto en mucho tiempo fuera de un reportaje sobre el terreno.

La interpretación del niño Abraham Attah es soberbia, sincera, durísima. Logra lo que sólo unos pocos actores consiguen: conmover. Junto a él, todo el elenco construye una obra creíble, más un documento que un film de entretenimiento.

Sigo impactado por esa hora y media larga de desdicha que resume a la perfección el sufrimiento inenarrable de la infancia de muchos niños. No es una película para personas sensibles, pero sí una obra fílmica indispensable para construir conciencia.