Intento concentrarme en el libro, pero realmente pienso en que falta poco para que pase el tren. Vuelvo la vista una y otra vez sobre las líneas pero no logro retener nada. El libro dice que puedo lograr lo que yo quiera con la fe, mover montañas. Repito el poema. Si quiero, puedo mover este vaso, hasta el borde. Y ahora el bote con la cáscara de huevo. Y si quiero, también el otro vaso largo. Se rompe. Ya viene el tren. Todo es igual que al principio.