Recordé las veces en que en la feliz inconsciencia de la infancia había dejado correr el agua. Las veces en que me afeitaba con la llave abierta, pensando en las dificultades que traería el día. Los largos y placenteros minutos en la ducha acariciando mi piel de batracio reluciente. Lo que hubiera dado hoy por una sola gota.