Icaro Templo de la Concordia

Si los pájaros te miran extrañados, sostenles la mirada. De ese modo aprenderán quién manda. A no ser que seas tú quien retira la vista y, lejos de huir volando, tendrás que retirarte avergonzado y nunca volver poner pie en su territorio. Es momento de demostrar valor, Ícaro, hijo mío. Te lo digo yo, que llevo años recluido en este cuartucho sin atreverme a salir a la calle ni a levantar la vista al cielo. Mira, acerca con cuidado la lamparilla; deja que te enseñe algo en lo que he estado entretenido para matar el tiempo.