Como los hombres al caer el sol se convierten en seres malencarados y de aviesas intenciones es preferible quedarse en casa. Eso dice mamá, a la que por supuesto no haremos caso. Saldremos con los zapatos de tacón en la mano para no hacer ruido y dando la vuelta a la esquina meteremos en la mochila los pantalones y el sujetador y nos pondremos la faldita de la cumbia que vuelve locos a los chicos de la mara. Mamá diría que soy mala. Yo supe que era un ángel la primera vez que sentí tanto poder sobre un hombre y le enseñé estos secretos a mi hermana.
Cumbia
Publicado por Christian Fernández | May 18, 2019 | Microrrelato | 0 |