Tampoco hoy encontré trabajo. Estoy aburrido de enviar mi currículum a todas las penitenciarías, correccionales y presidios del país y no haber tenido aún ni una entrevista. He llegado a presentarme sin avisar con mi mejor traje y ni siquiera me han permitido traspasar la entrada. Me he hecho el encontradizo con los alcaides de las mejores prisiones en bares y ascensores. Nada. Y eso que soy el mejor en lo mío: garrote, hacha, horca, gas… lo que se me pida. ¿Será que ya no se lleva la capucha? Porque la primera impresión es lo que cuenta. No, seguro que es por la edad.
Discriminado
Publicado por Christian Fernández | Oct 7, 2019 | Microrrelato, Narrativa | 0 |