Seis años de entrenamiento en el monasterio de Yamabushi no parecían suficientes para enfrentar la última prueba de Kaburo. El monje Shugendo llevaba casí 20 minutos bajo la cascada y el agua gélida amenazaba con romperle la cabeza. Controló el temblor que iniciaba en las piernas y no le permitió ascender por la espalda. Entró en éxtasis. Todo el monte Bushi se veía ahora envuelto en una luz azulada.