El invierno había borrado el verde intenso del campo de fútbol al punto que ahora ni siquiera podía distinguirse la cancha de las gradas. Toda la ciudad estaba cubierta por una gruesa capa de nata que hería la vista y borraba las formas de las calles y los edificios.
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Publicado por Christian Fernández | May 4, 2018 | Microrrelato | 0 |