Al caer el sol, la Ciudad de Los Angeles se atesta de tráfico de los empleados que regresan del trabajo en cinco y hasta seis filas indias de coches y se vuelve una ciudad intransitable a la sombra aburrida del letrero de Hollywood. Karen decidió enfilar al norte y no regresar jamás al día en que depositó su sueño adolescente de ser estrella y que terminó en una película porno de cuarta que sólo le dejó seis billetes de a cien y debería olvidar cuanto antes siendo esposa y madre en ese pueblito de Canadá que tiene nombre francés y que afortunadamente nadie sabe pronunciar ni ubicar en el mapa.