Por mi calle, que no es mía, vida y muerte se pasean como Pedro por su casa. Mujeres y vendedores, obreros y oficinistas, ladrones y policías, más policías ladrones. El México nuevo y viejo conviven en sincronía. Aztecas, conquistadores, políticos, asesinos. Un terremoto total, una batidora incapaz de mezclar todo el desbarajuste. Una lluvia inundadora, borradora, fecundante. El diluvio local. Un caos maravilloso, profundamente sexual y colorista. La vida en todo su esplendor. La muerte como culto. El sinsentido total llamado vida.