Intuyo que los científicos irán desapareciendo por selección natural. Ya que no han sido capaces de acabar con las moscas ni con las cucarachas, merecen extinguirse. Lo mismo pasó con los filósofos y los poetas. Y antes que ellos, los fotógrafos, los curtidores, las telefonistas, cocheros, ascensoristas y serenos. Tú eras aún un cachorro, pero tal vez recuerdes cuando desaparecieron los jueces, las zurcidoras y los pregoneros. Y te cuento todo esto, Ricardo, para que no te sorprenda si un día nos desvanecemos también los domadores. A ver quién se atreve a meter la cabeza entre tus fauces.