Los insidiosos mosquitos sobre mi frente, zumbando en mi oreja, queriendo meterse por mi nariz. Los aullidos de los monos en una histeria permanente. Seres reptantes siseando por debajo de la lona. Incluso el rugir de algún depredador nocturno sin identificar. Todo eso puedo soportarlo, amor, pero en cuanto volvamos a la civilización prométeme que te vas a hacer ver lo de los ronquidos. Que menuda expedición al Amazonas me estás dando.