Todos los días intento enseñarles algún truco nuevo y si lo hacen bien les doy una recompensa o les escondo un trofeo. Es parte del entrenamiento. Ellos me siguen el juego: se sumergen, pareciera que se dicen algo entre ellos, rebuscan por todo el acuario y resuelven con rapidez el problema. Salen a la superficie triunfantes y sonrientes. El premio, una sardina. El macho nada feliz hacia atrás; la hembra salta en el agua y me salpica. Los delfines son seres enigmáticos. Llevo toda una vida estudiándolos y ya no estoy muy seguro de quien juega con quién. Y a todo esto…  ¿Dónde habré puesto el cronómetro? Estoy seguro de que lo dejé aquí mismo.